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La menopausia: ¿Es una amenaza a la autoestima?

En su libro “Las diosas nunca envejecen”, Christiane Northrup señala que empezamos a envejecer desde el instante en que nacemos. Pero en nuestro contexto cultural, no empleamos el término “envejecimiento” hasta que alcanzamos los 50 años, aproximadamente, y casi todos asociamos “envejecimiento” con “deterioro”.

Lo cierto es que, en lo relativo a envejecer, hay personas jóvenes que ya muestran síntomas de «envejecimiento», mientras que otras que superan los 70 años son la viva imagen de la salud.

La menopausia

Es una fase más del desarrollo femenino. Un transitar de la mujer en la edad madura.

Por ser un momento del desarrollo en el que se produce una crisis, tiene la potencialidad de generar cambios en la forma de vida de la mujer; estos pueden ser:

-Negativos , como sentirse inútil, relegada, torpe, no ser entendida.

-Positivos , como revisar lo que ha sido su vida, iniciar nuevas actividades que antes no podía desarrollar por tener a cargo a otras personas, o una vida sexual más activa por no tener el riesgo de un embarazo.

La menopausia es una etapa que está dentro del ciclo biológico de la mujer, lo que implica que todas pasaremos por ella; nadie escapa a la menopausia, los cambios varían de mujer a mujer.

Susan Sontag, en su artículo “El doble estándar de l envejecimiento”, nos dice que vivimos en una sociedad en negación sobre el envejecimiento; negación alimentada por una obsesión con imagen y estilo, con juventud y belleza física, y la ilusión de que se puede seguir haciendo cosas, para mantener a raya el envejecimiento.

Es frecuente que la mujer sienta temor ante la posibilidad de llegar a esta etapa de su vida por los cambios que conlleva, pero sobre todo por los mitos que la acompañan: “Te hacés vieja y fea”, “la sexualidad se acaba”. Es lo que muchas mujeres creen y a veces la pareja también se los hace sentir.

Esto hace ver a la menopausia como una amenaza, conduciendo a la mujer a tratar de evitarla volviéndola invisible, de esto no se habla. Envejecer es el destino del hombre, algo que debe suceder porque es un ser humano. Para una mujer, envejecer no es solamente su destino, es también su punto débil.

Esta fase puede producir un crecimiento hacia adelante en su condición de ser mujer y valorarse, o bien, ser un momento de aparición de un trastorno psicológico.

Ojo acá, en todo período de cambio hormonal (adolescencia, embarazo, menopausia) pueden desencadenarse trastornos psicológicos.

En la llamada crisis de la mediana edad, la mujer vive un estado psicológico que es capaz de retirar la confianza en sí misma y dejar caer en la duda el propio equilibrio emotivo/afectivo, es decir, su autoestima puede caer.

Es lógico que la disminución de los potenciales físicos (la merma de la capacidad reproductiva, la menor tersura de la piel, la respuesta no tan rápida en el terreno sexual...) afecten la autoevaluación personal.

La autoestima

Es la forma en que cada una nos valoramos; la suma de cómo nos sentimos respecto a nuestras habilidades, debilidades y cómo nos sentimos valoradas por los demás, es el resultado de lo que cada una ha experimentado a lo largo de sus experiencias de vida. Es una construcción.

Una de las consecuencias de la baja autoestima es la indecisión

La incapacidad para decidir en cualquier ámbito de la vida y la autocrítica, son los puntos débiles de las mujeres con baja autoestima.

Siempre es recomendable hacer autocrítica, pero cuando se tiene una percepción distorsionada de una misma, el resultado de la crítica no va a ser constructivo, sino destructivo.

¿Qué podemos hacer para mejorar esta percepción que tenemos de nosotras mismas?

A menudo resulta difícil enfocarnos en lo que nos gusta de nosotras mismas, más bien nos centramos en lo que no nos gusta para intentar corregirlo o nos lamentamos por no poseer ciertas capacidades.

No es nada extraño que nos tratemos así, lo aprendimos hace tiempo, tanto en casa como en el colegio. Nos mostraron el camino señalándonos lo que debíamos corregir. Tan solo seguimos repitiendo la misma pauta.

Comience por observarse y buscar conductas, logros, esfuerzos o cualidades propias, que si las viera en otras personas, las valoraría positivamente. Una vez encontradas, trate de reconocerlas del mismo modo que las reconocerías en otros.

Recuerde que si no cree en usted, nadie lo hará. Cómo nos vemos y nos amamos, así nos verán los demás y nos amarán.

El conocimiento personal es progresivo. No somos responsables de cambiar a los demás, pero sí de trabajar por cambiarnos.